“Los que viven después”: la novela que José María Delgado dejó inédita

¡Esto sí que es una novedad!

Es otro aporte de Leonardo Garet a la literatura salteña. Garet, quien más ha estudiado y difundido a los escritores de Salto, acaba de publicar (con el agregado de un prólogo y notas explicativas) la novela “Los que viven después”, que José María Delgado dejó inédita. Delgado nació en Salto en 1884 y falleció en Montevideo en 1956. Fue médico y un destacadísimo directivo del Club Nacional de Fútbol (una tribuna del Gran Parque central lleva su nombre). El original de “Los que viven después”, obra que a partir de ahora enriquece la “Biblioteca de Autores Salteños” (iniciada en 2015) y de la que volveremos a ocuparnos en próximas ediciones de EL PUEBLO, fue proporcionado a Garet por Bibil Delgado de Reyes, hija del novelista. Hoy simplemente compartimos un fragmento del prólogo escrito por Garet:
“Los que viven después se componen de relatos que tienen entre sí, en varios casos, un valor casi independiente, o que cierran su sentido como autónomos: el primer escalón de la biografía de nadie que concluye con la muerte de tío Luis, en el capítulo I, los dos relatos del capítulo II, el de doña Atanasilda y el de nadie intentando llevarse la canoa “El Quirquincho” y todo el capítulo III como retrato de la comunidad de Romerano. Podría subrayarse la autonomía de los fragmentos que relatan el acercamiento a la música, o la estadía de Nadie en prisión. Relatos rotundos, como el capítulo I, que confirman que el cuentista anidaba en el novelista.
El personaje Eva – ¿también simbólico como para formar una primera pareja unida por el arte?- aparece en la ficción (Cap. VI) con los mismos rasgos espirituales y el mismo entusiasmo por el arte que el protagonista. Parece natural e inevitable el nacimiento de una relación amorosa entre ambos, aunque el tema excluyente de atracción sea la música. La relación se frustra en forma impiadosa con el sanguinario ataque de los malhechores en el capítulo siguiente. Unos pocos días de conocimiento son suficientes para que el sentimiento entre ambos se mantenga a lo largo de los años superando la cruel experiencia en forma inalterable. En el capítulo X reaparece sorpresivamente Eva, que había desaparecido de la ficción. Los personajes tratan el tema de la matanza con un desasimiento como si fuera algo lejano y que no lo afectara, al mismo tiempo que con igual tono retoman el intercambio de coincidencias acerca de la música. A consecuencia del atentado en que sin querer participó Silvo a través del cuerpo de Mirrina. Dice Eva a Mirrina: “Yo ocupo en Silvo el centro de su fatalidad; usted el de sus sentidos.” (Cap. XVI.) Se trata de una propuesta que reitera de esta original e impensable forma, la primacía del mundo espiritual y estético.
La alucinación final de Tío Luis recuerda a la del Dr. Else en Los destiladores de naranjas de Quiroga así como Nadie, a la hija adoptiva de este. La diferencia es que José María Delgado elige un punto de vista exterior al personaje. Pero no concluyen aquí los probables paralelos. El grupo humano que Romerano conforma con sus leñadores, es exactamente la antítesis de los obrajes madereros de la selva misionera. La visión de Delgado es idílica, al punto que cuando se presenta la cárcel lo único que se destaca es que allí se realiza la formación musical del personaje –y esto no puede sino representar una intensión de recrear la probable vida del hombre si triunfara el arte y la bondad. Si triunfaran los artistas, o sea, según la obra, Los que viven después”.  

 

Publicado el 07/10/2018 en Diario El Pueblo

       
 

 

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