Mis palabras se van a desprender de un precepto latino que leí hace muchos años en el escudo de la Biblioteca cervantista Amalia C. de Firpo. Lo hago porque creo que sintetiza la esencia de la creación con prontitud y poder de sugerencia, pero además, porque es difícil de olvidar. Dice así: “Vivir no es necesario, navegar es necesario”, estableciendo la distinción entre vivir en forma vegetativa o mecánica, y ser el arquitecto del propio destino.
El escritor es ese marinero, que debe encontrar el tema en el que pueda decir algo que signifique o importe a los demás, y después lanzarse a la aventura de la articulación definitiva, que no es sencilla, sino que está llena de acantilados traicioneros que hacen difícil que las obras, aunque sean hijas de las mejores intenciones, del talento y del sacrificio, lleguen a buen puerto.
En el Taller Horacio Quiroga, que responde a la inquietud de la Intendencia Municipal de Salto, y del Asesor del área de Acción Social y Cultural, Don Lewis Rochón Sarutte, por apoyar a la cultura, cada tallerista, es uno de esos marineros. No es entonces, un complaciente cultivador de la literatura como desahogo, adorno, forma de diferenciación social, o creyente encandilado de que es portador de verdades prometeicas, sino alguien que escribe como parte del desarrollo de su personalidad.
Esta presentación del Taller es para mí una de las grandes alegrías de mi vida, también de marinero. Porque orientando a quienes se inician, tengo la alegría del creador y la del docente, las dos facetas del orientador de un taller literario.
Forman el Taller Horacio Quiroga: Myriam Albisu, Fernando Alonso, Rita Alves, Selva Blanco, Miguel Héctor Carballo, Alberto Chiriff, Karina Flores, Alcides Flores, Leonardo Flores, Alejandra Guglielmone, Bruno Lorenzelli Lucas, Rocío Menoni, Celia Migdal, Jorge Pignataro, Alberto Prosper, Estela Rodríguez, Leticia Rodríguez, Felipe Rodríguez, Irene Sallés y Aracelli Urioste.
Todos ellos han entendido el espíritu y han formado un grupo que no tiene veleidades de llamarse poeta, o escritor, ni tiene prisa por publicar, pero está aprontando sus armas para hacerlo. Y no van a rehuir el combate, pleno, franco, sin exhibicionismos, ni apresuramientos, porque saben que “vivir no es necesario, navegar es necesario”.
(Presentación de una lectura de fin de año. Biblioteca Felisa Lisasola, Salto, circa 2003.)