PASAJES DE UN MEMORIAL

 

 

  Pasajes de un memorial quiere ser un título que, de alguna manera,  pertenezca a la autora antologada y, a la vez, refleje el espíritu de su obra. El   último título de Marosa di Giorgio fue “Pasajes de un memorial al abuelo toscano Eugenio Médici” (2006) y ahora se desea con su abreviación  referir el carácter orgánico de una obra construida desde la memoria para celebrar un tiempo mítico. Hay memoriales de cemento, de metal, de madera, de flores. ¿Por qué  no iba a haber uno de palabras? Este también es de palabras y se dedica no sólo al abuelo sino a todos los personajes reales o imaginarios que pueblan su mundo.

  Escribe en el final de “Ficha”, del libro Magnolia: “Lo demás, es todavía, hoy y mañana, y no me importa”. El pasado se recupera a la luz del entendimiento que supone el lenguaje poético. Todo lo que no está en los márgenes de la poesía, en el restringido espacio del libro y el infinito de sus sugerencias, no existe para Marosa di Giorgio, la voz poética más pura y necesaria de la poesía en lengua española del siglo XX.

  Marosa nació según su propia nota biográfica, el 16 de junio de 1932, en Salto, Uruguay “una ciudad que queda cerca del agua y de la luna”, según la ya citada “Ficha” de Magnolia, y vivió los primeros años de su vida, que habrían de ser los determinantes de su imaginario, en las chacras linderas de su padre Pedro di Giorgio y de su abuelo Eugenio Médici. Fueron años de contacto con la naturaleza en los que se grabaron para siempre en su memoria y su sensibilidad, los seres del monte, sus pequeños gritos, las plantas y sus colores y aromas, los vientos y las sombras, los reflejos de la luna y el silencio de la noche. No se separará nunca de las liebres, los ratones, las mariposas, las vacas, los caballos, la uva y las botellas de licores, formando una dimensión propia junto a sus familiares y sus temores, las muñecas y las figuras inaprensibles que cruzaban fugaces entre los árboles. Lo visible y lo invisible formarían una urdimbre de inagotables sugerencias emparentadas con el pensamiento místico y ocultista.

  Marosa y su hermana Nidia asistieron a la escuela 13, a escasos pasos de su casa y juntas recorrieron también las otras etapas de la enseñanza viniendo a la ciudad en ocasiones en un sulky  –el maravilloso carro del padre- para asistir a la escuela 8 a los cursos de quinto y sexto años y al liceo Osimani y Llerena después, estando ya la familia instalada en la ciudad de Salto.

  A poco de culminar el liceo, Marosa ingresó al conjunto de teatro experimental “Decir”, orientado por Nidia Arenas, argentina de nacimiento que vivía en Salto encendiendo la sagrada llama de Dionisos. Participó en varias obras del teatro universal y casi siempre en roles protagónicos. [1]

  La vida ciudadana de Marosa di Giorgio comprende dos ciudades, Salto y Montevideo y una sola localización en ellas, los bares. En Salto trabajó en la Intendencia en la sección “Registro Civil” y en el diario Tribuna Salteña, como encargada de “Sociales”. Cuando en 1978 se instala con su madre en Montevideo, lo hizo en base a un traslado de Intendencia a Intendencia y también de café Sorocabana a café Sorocabana. Por la Intendencia de Montevideo fue encargada de hacer lecturas en las bibliotecas de la ciudad y en ambos Sorocabana de escribir y de estar a tiempo completo encontrándose con amigos. Su pertenencia a los bares la llevaba a que cuando éstos cambiaban de nombre, lugar, o dejaban de existir, ella concurría al que tomaba su lugar, o al más cercano. Bares después del Sorocabana hubo muchos pero al que no es posible omitir es al bar El Mincho, casi enfrente del Sorocabana de la calle Yi. También practicó un retorno ritual y anual a Salto, por pocos días, siempre en primavera y con los objetivos centrales de visitar la tumba de sus familiares y de cruzar frente a la chacra de su infancia. Aparte de sentarse en el lugar señalado del café de calles Uruguay y Sarandí.

                        (Primeros párrafos del prólogo)

 


[1] De ésta, como de las demás observaciones biográficas de este prólogo, se encuentra un  pormenorizado detalle y documentación en mi libro El milagro incesante. Vida y obra de Marosa di Giorgio, Salto, Ediciones Aldebarán, 2006.

       
 

 

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