Su rostro germinaba
y todos se hacían cruces
para recordar que era Juan
el de la herrería.
Buscaron un signo en sus ropas
y las ropas se confundían
quiso verlo desnudo el campo
y cuando Juan
el de la herrería
caminó lentamente por el rocío
nacieron rojos los pastos
y verdes los jazmines del día.
Las mujeres salieron con algo
visceralmente roto
y sin voluntad de contarlo.
Juan se fue volviendo un feto
como fotografía de luna
y comenzó a caminar libre
ausente y solo
como el sexo del mundo
sin baúles de ropa heredada
ni nombre anterior a su nacimiento.
Los hombres más decididos
imitaban en secreto sus gestos
y las mujeres voluptuosas
y con hijos
le hurtaban en sueños su cuerpo.
Juan se fue volviendo un feto
como fotografía de luna.
Imagina imaginador
el choque de una supernova.
Lluvia de fuego
surcos de fragua
los genes doblan sus lanzas.
La semilla verde
es verde amarilla
y en el ojo de un pájaro
nace otro horizonte.
Muta mutación
para un brazo al protozoario
en alegre sinfonía
todo crece y todo cambia
y al último guiño de la estrella
imagina imaginador
allá
envuelto en una bandera
un altar y lunas concéntricas
caminando y silbando como si nada
el hombre que nace crece y muere
sobre todo muere.
El pensamiento nace cuando todo está planteado
los pájaros en los nidos
contra el viento los árboles
por las venas la sangre
y junto al hombre
el hambre.
A luchar que está el campo esperando
mucha alegría en aquella colina
y tristeza junta en el valle.
Los ojos ya se miran
limitando pantanos y empedrados
en la colina llega el sol temprano
te oprimo porque sos del valle.
A luchar que el sol se levanta
los pájaros rompen filas
y el viento los ondula
navegando por la sangre.
A luchar valle con colina
de la montaña bajan hombres de sangre.