Brecha

 

RESEÑAS

Garet por partida triple

 

Palabra sobre palabra (antología poética), de Leonardo Garet,
Ediciones Casa de Nuna. Colección Aldebarán, Montevideo/Salto.
Prólogo de Marosa di Giorgio, 1991, 144 págs.

Los hombres del fuego (cuentos),
de Leonardo Garet,
Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo. Prólogo
de Elbio Rodríguez Barilari, 1993, 88 págs.

Octubre (poesía),
de Leonardo Garet,
Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo, 1994, 104 págs.

El salteño Leonardo Garet (1949) seleccionó en Palabra sobre palabra varios poemas de sus muchos libros, un total de nueve entre Pentalogía (1972) y Poemas de octubre (1991). Desde un verso vallejiano a una imaginería casi surrealista, hay en el conjunto -no siempre en los poemas aislados- un registro personal y acuciosamente autorreferencial, un microuniverso propio aunque no agregue sorpresas ni rupturas visibles con las voces dominantes del discurso poético. Un ejemplo aislado: "Yo recuerdo los días soleados /en que oíamos en la boca del otro /el gentil talante de las frutillas./ Esto debe llamarse nostalgia" ("De otro año", 1991). Su coterránea Marosa di Giorgio, a quien le son familiares algunas imágenes como la del penúltimo verso antecitado, escribió la presentación de este volumen impecablemente impreso. No existe en ese gesto una postura magistral sino sincera admiración, tampoco hay análisis crítico de las frecuencias temáticas o formales de los textos, sino una página de prosa poética que escapa a la circunstancia prologal.

En cambio, su reciente libro Octubre -que Banda Oriental incluye en la colección Poetas uruguayos-, se estructura en torno a siete secciones en las que se reconoce a un Garet capaz de probar la alquimia de las palabras ("Caja de letras"); otro inclinado a pensar el amor y el desamor (la sección epónima y "Entre paredes altas"); otro que reflexiona sobre el tiempo; otro que interpola referencias literarias prestigiosas (como Borges en "La lluvia"), lo que no necesariamente asegura calidades. Más allá de los procedimientos y los símbolos (el recurrido "aire", la intertextualidad bíblica, etcétera), hay aquí un poeta maduro que sabe hacer versos que se ganan un espacio en la memoria: "El tiempo cristaliza en pirámides /de un puño caen los días /y se organizan como la arena" ("Cuerpo de luna").

Pero Garet no se ha conformado con la poesía y ha invadido otros territorios: la crítica, la redacción de ensayos y manuales (sobre Quiroga, Enrique Amorim, Vicente Aleixandre, entre otros) y la narrativa. Su reciente colección de relatos, Los hombres del Fuego, confirma esa irreprimible vocación literaria, iniciada con Los hombres del agua (Destabanda, 1989), un libro de invisible circulación comercial.

Se trata de quince textos breves, a los que el prologuista llama con acierto "ficción antropológica", que pueden ser leídos como cuentos o como capítulos de una novela. Cunde en ellos una interrogación ética sobre el origen de la vida, la naturaleza humana y sus grandes enigmas (la soledad, el amor, la muerte) y el temor ante la firme inseguridad del destino humano.

La lectura de estos textos -sobre todo los de la primera parte, la más nutrida- trae inevitables resonancias de las Escrituras y las cosmogonías mexicanas preconquista; la dicción deliberadamente antigua de su prosa, por momentos bastante envarada, parece una transcreación del Popol Vuh o del Chilam Balam; también el repertorio simbólico al que apela tiene vigorosas raíces en estas tradiciones (la tierra, el agua, el fuego, el viento, los demonios) y en esta dirección tienta leerlos tomando en cuenta alguno de sus poemas, sobre todo los últimos. Las historias iniciales transcurren en El Talado, paraje yermo y remoto, nuevo y creíble espacio mítico conquistado por nuestra literatura, que si no alcanza mayores proporciones imaginarias es por una casi indiferenciación de los personajes, gobernados por el tono monocorde de una voz narrativa todopoderosa. Los relatos de la última parte ("Hienas", "Grieta" y "Progreso"), muestras de "ficción especulativa" -para adoptar el rótulo anglosajón-, se filian a las admoniciones sobre el trillado riesgo deshumanizante de la ciencia y la tecnología. Resulta más convincente y eficaz la atmósfera fantasmagórica y opresiva en los cuentos de la segunda sección, en particular "El tren", quizá la mejor de todas las piezas.

Pablo Rocca
Semanario Brecha, 26 de agosto de 1994

 

Pablo Rocca (Montevideo, 1963), crítico literario, investigador, docente. Colaborador de Brecha y El País Cultural. Prologó innumerables obras. Ensayista premiado por el MEC, la Intendencia Municipal de Montevideo y la revista Plural de México. Autor de Horacio Quiroga, fronteras del mito y del narrador (1996), coordinó El Uruguay de Borges: Borges y los uruguayos (2002).

       
 

 

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