Publicado en 15.08.2010
En Colegio Salesiano.
Se cumplió en la noche del viernes el inicio del Ciclo Literario organizado por estudiantes de cuarto año del Liceo Salesiano. Como había adelantado EL PUEBLO, estuvo presente en la ocasión el poeta sanducero Mario Mele, quien habló de su poesía durante aproximadamente una hora. De forma alternada con las palabras de Mele, alumnas del liceo hicieron lectura de varios de sus poemas, en tanto que las palabras de presentación y bienvenida al visitante estuvieron a cargo del Prof. José Luis Guarino. Transcribimos a continuación lo medular de la presentación realizada por Guarino:
“Mario es un juglar de la poesía amorosa”
“La poesía está de fiesta en esta noche salteña, en que celebramos la venida del poeta Mario Mele, que nos convoca a todos los amigos de la poesía, y el motivo de regocijo que nos embarga. Bienvenido amigo Mario Mele. Ha llegado con sus credenciales, y las credenciales de un poeta son sus libros, sus versos, escritos en “Taller Literario de Paysandú”, en “La chimenea roja”, en “Los ojos de los cuartos”, “La camena”, “Café negro” y su último libro, por el momento, “La breve noche de tres horas”. Mucho habría para decir y escribir sobre la poesía de este amigo que nos visita, pero esta noche no es importante lo que yo diga sino la presencia y el mensaje de nuestro amigo poeta. Mario es un juglar de la poesía amorosa. Sus versos transcurren entre un yo y un tú, y la pasión es el hilo conductor de su creación poética. Si esta pasión amorosa es como un ancho río que atraviesa sus libros, existen también otros ingredientes magníficamente utilizados por el poeta y que son como afluentes al servicio de su caudal creativo: “el cuarto”, no sólo como concepto espacial sino como prolongación del yo y del tú, templo donde se desarrolla el ritual amoroso y donde cada elemento, puertas, rincones, techo, ventanas, se convierten en testigo y parte componente de la experiencia; “la noche”, que aparece como el momento en que “el silencio se viste de luna” pero “tropieza con ladridos de perros”. Esa fuerte interacción entre los perros y el ambiente que los rodea atraviesa toda la poesía de Mele como una de sus enfáticas improntas. Los lápices son otro de los ingredientes utilizados frecuentemente por el poeta y encuentro en ellos el símbolo de la escritura, de la poesía. La de Mele es una poesía contundente y ágil a la vez, sus poemas son breves, su lenguaje no se demora en adjetivos ni metáforas innecesarias, no es la gota que cae dibujando malabarismos sino delicado pincel que dibuja de un solo trazo. Un clima de divertimento atraviesa sus páginas reconociendo que el amor también es un juego desinteresado, sin competencia, donde dos se hacen uno por idéntica recompensa. Finalmente, su poesía es sobria, no sólo en los recursos de estilo que administra con mesura y en sus sentimientos, nunca exagerados, su pasión es limpia porque su imaginativa y su mensaje quedan en un andamiaje de sugerencias cargadas de silencios plenos de significados”.
Mario Mele: “Lo que siento trato de explicarlo en pocas palabras…buscar un final y cortarlo ahí. Todo a la brevedad, así soy yo.”
El poeta narró de forma muy amena diferentes aspectos de su vida y de su obra. Así comenzaba presentándose:
“Escribo, pero hablo poco. Como a casi todo escritor, a mí tampoco me gusta hablar mucho de lo que escribo. Todo libro escrito es como un hijo, uno lo siente nacer, lo ve, lo cuida y después lo deja abrirse camino solo.
Comencé a escribir en el 69, tenía 15 años, es una hermosa época esa, se escribe mucho. Se hacía de otra manera en comparación con lo que es ahora, antes no estaba Internet, ahora Internet es un devenir. Vivir esa época no fue ni mejor ni peor, pero era diferente, se compartía otra clase de cosas, compartíamos y comentábamos libros y revistas; creo que Internet quita bastante a la creación. Pesaban mucho las reuniones que hacíamos en grupos de estudio, donde se comentaba por ejemplo lo que escribíamos. En los siguientes veinte años más o menos, habré escrito unos cuantos libros, todos de forma artesanal, que no están más, se pensaron y se hicieron en el momento, pero no es lo que enseña un taller, escribir algo que tenga un valor más amplio. A los dieciocho años tuve que empezar a trabajar. También terminé el bachillerato. Quiero decirles, aprovechando que hay muchos muchachos jóvenes aquí, que hace treinta años que trabajo en una empresa ocho horas diarias. Me hubiera gustado ser profesor de literatura y no lo fui. Pero escribo y leo, me gusta el cine, entro en Internet como todos…”
“En todo poema hay un tiempo de corrección, de autocrítica fundamental…”
Respecto a la tarea de escritor puntualmente, reflexionó Mele: “No tengo horarios para escribir como me gustaría pero busco y encuentro algunos lugares, y tengo la noche. Pero no de un día para otro, eso es lo importante. Quizás de una semana para otra, de un mes para otro y de año a año. Quiero decir que en esto hay que agradecer al taller que enseña que en todo poema hay un tiempo de corrección, de autocrítica fundamental, que para mí es una de las cosas más importantes. La autocrítica es saber sentirlo al poema y pensar que algún crítico le puede dar una oportunidad a ese poema. He tratado de escribir cuentos, narraciones, pero las narraciones largas no me gustan, no me llegan. Lo que leo y lo que escribo no son cosas largas, busco lo que a mí me hace bien, lo que yo siento trato de explicarlo en pocas palabras, decirlo concretamente, buscar un final y cortarlo ahí. Todo a la brevedad, así soy yo. En 1999 tuve la suerte de integrarme a un taller literario de Paysandú, que lo hizo la Intendencia, auspiciado por el MEC, donde tuve la oportunidad de conocer a quien ahora es mi amigo Leonardo Garet, él orientó durante ochos años el taller. Esos ocho años hicimos libros colectivos. El primer libro individual que hice fue “Los ojos del cuarto”, pero enseguida publiqué “La camena”, que yo considero mi primer libro, tiene una parte de lo viejo y muchos poemas nuevos. Después, en 2003 viene “Café negro” y en 2008 “La breve noche de tres horas”. En “La camena” pronostico “Café negro”, en éste vuelvo a “La camena” y adelanto “La breve noche de tres horas”. En este último libro, además de estar los mismos temas que en los anteriores, hay más interrogantes frente a la muerte, y es más decisivo el tema del amor. “La breve noche de tres horas” es la aniquilación de los sentidos casi, donde queda sólo el recuerdo oscuro del ser amado, con algún perfume determinado… Hay una manera especial de ver la vida, la muerte que nos rodea; hay una aceptación de lo que se viene, porque no hay más opción que la aceptación de la muerte, es un tema que mucha gente evita pero no hay más opción, después de esto viene la muerte y punto, ya no podremos brindar juntos…”.
“La principal musa es la mujer…”
El poeta se refirió en buena parte de su discurso a la importancia de las musas en el artista y explicó algunos temas de su poesía, como el café, elemento que incluso da título a uno de sus libros: “Las musas son parte vital del escritor. Sin ellas el escritor se perdería mucho en el blanco de un papel o en la calle sin fin del teclado de una computadora. Ellas se nos revelan en distintas formas, en animales, plantas, en las sombras de una pared, en el encender y apagar la luz en un cuarto. Pero sobre todas las cosas, la principal musa es la mujer, es la que nos afecta directamente a nosotros, para bien. Y a veces son ellas las que vigilan los sueños. Yo he visto pasar musas pero nunca pude cruzar palabras con ellas, sólo me atreví a buscar un sueño y ponerle “camena”.
El café es una infusión social y sumamente romántica. Se toma entre pocas personas y crea un ambiente cálido, personal. Cuando se toma entre dos, se vuele un conjuro de pensamientos, sentimientos, sueños. En solitario, es la compañía perfecta para el verso, en mi caso, claro”.
Como cierre, Mele compartió con el público la lectura de tres poemas inéditos.
Cabe recordar que el Ciclo continúa el próximo viernes 20 cuando, a partir de las 19: 30 y con entrada libre a todo público, se presente el narrador capitalino Juan Introini.