Cuando en el título de esta nota se lee “otro”, no es únicamente porque se suma uno más a todos los libros (alrededor de 40) que ha publicado Garet a lo largo de los úl-timos 50 años. Es también porque los suyos han sido libros de poesía, de narrativa o de investigación y crítica literaria. En cambio, el que aparece ahora es, como bien lo dice el propio autor, “más bien un libro de me-morias”. Es distinto, es otro.
Es el testimonio vivo de quien, incansablemente, transitó y transita el ambiente cultural salteño y ha decidido reunir ese material (que dormía en carpeta), con ri-gurosidad dada por documentos y foto-grafías, en un volumen de muy amena lec-tura, constituido nada menos que por 416 páginas. En ellas y siempre en Salto como escenario, el lector también aprende que por aquí pasaron algunas de las más altas personalidades de las letras, como Julio Herrera y Reissig o Adolfo Bioy Casares, así como también personas y/o instituciones de enorme valor, aunque no debidamente reconocidas en muchos casos. Exactamente a medio siglo de la aparición de su primer libro (un breve poemario titu-lado Pentalogía), Garet tiene muy claro que “Aún a los narradores de relatos fantásticos les llega la hora de entender que la primera obligación del escritor consiste en conme-morar (…) más que nada, a las pocas per-sonas que el destino mezcló (…) a su vida o siquiera a sus recuerdos” (palabras de Bioy Casares utilizadas como acápite de este nuevo libro).
“Este no es un libro de historia, ni de crí-tica literaria; es una miscelánea. No pue-den ser más diversos el enfoque y la elec-ción de motivos. Sólo un hilo de unión lo recorre desde la primera a la última página: Salto. Las imprentas, las librerías, los cines, los autores que eligieron publicar en medios salteños, las personas y las instituciones sobre las que se cree poder aportar algo para su conocimiento. Esta miscelánea tiene crónicas, visión personal y, a la vez que atiende al rigor documental, no pretende ser exhaustiva” (palabras de contratapa, donde queda resumida la esencia de estas páginas).
La riqueza de su contenido y el disfrute que su lectura produce en cualquier salteño que guste de conocer la cultura de su lugar, amerita que en próximas ediciones EL PUEBLO comparta con sus lectores algunas páginas. Por ahora, dejemos que el propio autor explique de qué se trata este trabajo:
CAMPANA INICIAL
Fiesta ha sido tener por un momento en primer plano a personas, instituciones, o acontecimientos de Salto que por diversos motivos merecieron mi atención. Este no es un libro de historia; no tiene la pretendida objetividad; le falta el equilibrio de los sucesos y de la valoración de las personalidades. Tiene, eso sí, documentación rigurosa acompañando el discurso apasionado, que se acerca por momentos a la autobiografía.
Con sus razones fundadas en Argentina, pero planteamiento fácilmente trasladable a nuestro país, el profesor Ri-cardo Pasolini ubica como “exaltación localista” que “se regodea en la autosuficiencia temática del recorte local. Los universos locales se convierten así en regiones que se explican a sí mismas fuera de toda influencia, préstamos o resignificación”. Pues sí, estos papeles de mi carpeta se regodean porque la mayoría de sus temas reflejan obras y sucesos de trascendencia que han impuesto su valor y han nacido y crecido, las más de las veces, en la absoluta orfandad del apoyo nacional. Salto, como tantas otras ciudades del Uruguay debió crear su mundo cultural autoabatecido porque la contribución y/o coordinación del gobierno central llegó de manera por demás insuficiente. Además, estos “papeles” se regodean porque a pesar del silencio de los medios capita-linos aquí se ha podido escribir, actuar, pintar, bailar y esculpir de forma que nada tiene que envidiarle al mejor nivel de la cultura de la capital. Estos “pape-les”, como las historias departamentales que se han escrito, pretende ser fuente de información secundaria pero que sig-nifique un aporte para elaborar los mar-cos amplios de los procesos regionales. He reunido los temas o enfoques en los que creo poder aportar por haber esta-do en la escena o porque tengo material que puedo suponer es de difícil acceso. A eso se debe el variado carácter de las notas. Alternan las que son meros apuntes con otras bastante más exhaustivas, descriptivas, o de comentario. Algunas de mi entorno inmediato y otras que, sin serlo, corresponden a mi tiempo. En algunas soy testigo, actor en otras.
Pocas objeciones puede ofrecer la afirmación que una obra literaria, o artística en general, es el resultado de toda la vida de su autor hasta ese momento. En el caso de Salto en mi carpeta esta afirmación tiene una complementación inesperada porque no recuerdo desde cuando estuve buscan-do y guardando lo referente a las actividades culturales de Salto. Puedo decir entonces que desde siempre estuve preparando este libro. Lo más curioso fue que pude comprar varias revistas de la primera dé-cada del siglo XX-Le Chat Noir, Alpha y Vida Social, así como hojas de votación de elecciones de esos años, un libro de historia del “Partido Nacional”, el Album del Colegio Inmaculada Concepción, el libro Los Italianos en Salto, la Guía Salto, diarios de comienzos del siglo XX en una venta de libros y papeles al kilo, que había en la calle Gaboto de Montevideo, allá por 1973, todo lo cual en buena parte había pertenecido a Perfecto López Campaña. Todo fue quedando en mi carpeta esperando este momento que ahora ha llegado.
Propongo que el arco de entrada del Par-que Solari sea la entrada simbólica a estos textos. Es una de las figuras más emblemáticas de Salto. En estas páginas se verán recuerdos, propios y de personas cercanas que he reunido con la finalidad de dar a conocer la vida cultural del Salto que conocí como actor o espectador. Algunas notas afirman su fundamento en referencias de personas amigas. Sólo cuando ha sido necesario para completar un panorama se recurrió a versiones ya aparecidas en libros o publicaciones periódicas.
Este es más bien un libro de memorias. Dejaré registro de lo visto y realizado en cincuenta años; también de las referencias de personas cercanas y de acontecimientos e instituciones. En todos los casos me dedico exclusivamente a aquellos temas en que creo que puedo aportar así sea una cita, una anécdota, un razonamiento, o el resultado de una investigación.
En Salto en mi carpeta se celebra; se res-catan y exaltan personas e instituciones que han tenido actuación en el plano artístico y cultural, sobre todo aquellas que teniendo sobrados valores no han tenido el reconocimiento, o recuerdo merecidos. Me guía la preocupación porque los valores estéticos y éticos tengan el sitial que les corresponde en el desarrollo de una comunidad. Subrayo una verdad que los pueblos y civilizaciones antiguas tenían como algo bien incorporado: que la Estética, como lo sintetizó Alexander Baumgarten (Berlin, 1714 Fráncfort, 1762) es “una ciencia del conocimiento sensible”.