Por Leonardo Garet
Margarita Xirgú (con el ramo de flores) rodeada por Justino Zavala Muniz, ministro de Instrucción Pública y el intendente de Salto, Arq. Armando Barbieri. Fotografía tomada en la costanera sur de Salto, a un paso del monumento, en el día de la representación de Bodas de sangre.
El 19 de agosto de 1936 murió fusilado Federico García Lorca. [1] Lo mataron las mismas fuerzas que gritaron interrumpiendo a Miguel de Unamuno: “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!". Las milicias nacionalistas tiraron después su cuerpo a algún barranco de Sierra Nevada. La humanidad perdió en ese momento a uno de sus hijos más preclaros y los países de lengua española, en los cuales su obra era reconocida y admirada, sintieron el duelo como tragedia propia.
En Uruguay y en particular en Salto, se vivió la guerra civil española con toda la cercanía de su significado. En Salto se formó, como en otras varias ciudades de Uruguay, un comité de apoyo a la causa republicana.
La obra de García Lorca, cuya fama ya tenía alcance mundial, desbordó después de su muerte el reconocimiento literario para transformarse, en todos los lugares donde había un lector sensible, en emblema de libertad.
No trata el presente artículo de la presencia física de García Lorca en Salto. El poeta visitó América en dos oportunidades; en la primera, en 1929-1930 estuvo en Nueva York y en Cuba. La segunda vez que cruzó el Atlántico visitó Argentina y Uruguay.[2] En Uruguay estuvo, procedente de Buenos Aires, desde el 30 de enero de 1934 hasta el 16 de febrero del mismo año, en que retornó a la capital argentina. Sobre esta estadía han escrito en forma documentada, in extenso y con riguroso marco de investigación, Pablo Rocca y Eduardo Roland.[3] Lorca no estuvo en la ciudad de Salto, pero su obra, su vida y su muerte dejaron en ella una huella fecunda. En el chalet “Las Nubes” de Enrique Amorim, se encontraba el rollo de la película de 35 mm. que por mucho tiempo se creyó perdida, Galería de Escritores y Artistas, rodada por Amorim entre 1929 y 1956, que contiene las únicas imágenes fílmicas del poeta granadino. En Salto se le dedicó un monumento, se representaron sus obras teatrales y dos poetas salteños dejaron constancia del impacto de su muerte en sendas obras que estuvieron a punto de perderse, como si no hubieran existido.
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El 1956, cuando se cumplían veinte años de la muerte de Lorca, por iniciativa de Enrique Amorim la intendencia de Salto, dirigida por el Arq. Armando I. Barbieri, formó un movimiento popular que culminaría en la inauguración de un monumento a Federico García Lorca en la costanera Sur de Salto. Los salteños contribuyeron “comprando” una piedra. El monumento es un sencillo muro de piedra vista en el que están grabados estos versos del poema El crimen fue en Granada, de Antonio Machado:
Labrad, amigos, // de piedra y sombra,[4] en el Alhambra, // un túmulo al poeta // sobre una fuente donde llore el agua // y eternamente diga: el crimen fue en Granada, // ¡en su Granada!
En la inauguración participó la Comedia Nacional representando tres fragmentos de Bodas de sangre. Margarita Xirgú, la más reconocida actriz del teatro de Lorca, hizo el papel de Madre. El realismo de su representación dio lugar a diversas referencias más o menos tergiversadas. Hay quienes dicen que unas lavanderas que volvían del río se acercaron a la actriz para darle su pésame; otros, refieren que un hombre con ropas de paisano, respetuosamente se sacó el sombrero y le dijo: “Yo también he perdido un hijo”.
Se considera que este monumento de la costanera salteña es el primero que se le dedicó en el mundo. Bastante más adelante en el tiempo, el pasaje de desviación de la costanera que cruza por su frente también recibió el nombre de Federico García Lorca.[5]
El teatro de Salto ha tenido presente a García Lorca.[6] Leonardo Astiazarán y Nidia Arenas dirigieron obras suyas en una oportunidad cada uno. Leonardo Astiazarán estrenó La zapatera prodigiosa en 1950, iniciando de esa manera su grupo teatral “Pigmalión”.
Nidia Arenas dirigió en el Ateneo el grupo de teatro del Liceo Departamental “Osimani y Llerena”, en Doña Rosita la soltera, o el lenguaje de las flores. Fue el 11 de julio de 1957.
Margarita Muñoa y Oscar Bibbó dirigieron obras de García Lorca en más de una ocasión.
Margarita Muñoa actuó y dirigió Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín (1952) y fue directora de Mariana Pineda, en representación y con el auspicio de la Embajada de España y de la Regional Norte de la Universidad de la República, como parte de los homenajes a la memoria del poeta en el 50º aniversario de su asesinato, en 1986.
Oscar Bibbó con su grupo “Sintapujos” presentó versiones de Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín (2003) y La casa de Bernarda Alba (2005). También Bibbó, pero con su “Taller Municipal de Arte Escénico” llevo a escena Yerma (2010) y con “Sintapujos” realizó un homenaje a García Lorca y a Horacio Quiroga, frente a los monumentos de ambos en la costanera Sur, que se llamó “Poemas y Cantares de Amor y de Gesta", sobre textos de los dos homenajeados.[7] También le preocupó a Bibbó tratar el tema del asesinato de García Lorca y encontró la obra Memorial del Cordero asesinado, del argentino Juan Carlos Gené [8], que llevó a escena en el teatro Larrañaga, en 1997.
Vayamos ahora a Federico en la literatura de Salto. Curioso destino el de la poesía. ¿Adónde van los poemas después que el autor les pone punto definitivo? A veces a un libro; otras, a un cajón de escritorio, a un baúl, o al fondo del mar, ya para siempre irrecuperables. En este último caso no hay submarino que lo rescate, como no hay autor que pueda rehacerlo. (Bien lo supo Lord Byron.) Es renovado milagro si un poema vuelve inesperadamente a la vida cuando nadie guardaba registro –ni el mismo autor- de su existencia: alcanza con que unas manos amigas lo hayan protegido del viento y del agua.
En el libro Con guitarra y sin guitarra,[9] di a conocer los textos Víctor Lima Cantata en dos tiempos y un oratorio final por la muerte de Federico García Lorca. Como varios otros de su autoría e igualmente valiosos y no destinados al canto, había permanecido oculto y desconocido por varias décadas. La cantata es una obra donde la emoción por la muerte y la admiración por la obra del poeta español, se expresan con consumado dominio técnico y un repertorio de imágenes que lo emparenta con la Generación del 27 y en especial, con el propio Federico García Lorca.
Como antecedente de la devoción de Víctor Lima por García Lorca puede recordarse que cuando el poeta visitó por primera vez la ciudad de Treinta y Tres, en 1947, brindó una conferencia sobre Antonio Machado, Miguel Hernández y Federico García Lorca. Tampoco debe olvidarse que en su primer libro, Canto del Salto Oriental, [10] le dedicó el poema Un idealista moral dicta clases de Literatura “A la memoria de F. G. L [11] que culmina así “Se llamaba Federico. // Poeta de tal estirpe, // yo no sé si nacerá.”
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Un no desmentido tono lorquiano campea en el libro Primera voz, de Margarita Muñoa, [12] algo que fue advertido el mismo año de su publicación por Julio Garet Mas: “Primera voz, el poemario inicial de Margarita Muñoa, que revela a un lírico nuevo, responsable de su creación, atento al diálogo con su propia alma, está motivando, de parte de los críticos y los poetas, un coro de alabanzas. Su verso –que algo tiene de García Lorca, pero más, muchísimo más de Margarita, es símbolo, es emoción, es tortura, es grave actitud ante las cosas”.[13]
Hoy, a los versos de Víctor Lima y para continuar el dibujo de la admiración salteña al poeta español, exhumo un texto que apareció en una revista, y publico otro, inédito, conservado por Lira Avellanal, ambos de Margarita Muñoa. En la revista Salto Actualidad [14] se lee un soneto, sin título, que dice:
Dolor de sangre y sombra y piedra
contra el cielo, tu nombre detenido:
gloria de España madre en tierra nuestra
de azahar a azahar, de río a río.
Por el musgo que crece en tu cintura
-haz amargo de luna inconfesable-
sierpes de agua, llanto resbalado
manando su dolor incansable.
Río a río, de Salto hasta Granada
-sangre, llanto o caudal de pez y espuma-
en esta dulce soledad callada
guarda tu nombre herido, enamorada,
la piedra que se yergue ante la luna
esperando que llegue la alborada.
El texto que hoy presenta La Piedra Alta y del cual su autora no guardaba memoria, puede fecharse, aproximadamente, en el año 1955.
En ocasión de su segundo libro, Margarita Muñoa escribió: “Los versos son del viento. Nacen para volar libremente por el mundo; son como delicados pájaros, que utilizan su leve cuerpo de palabras para tender un puente palpitante entre quien libera de sí mismo un poema y quien lo recibe en su corazón. Mensajeros entrañables del hombre, aves profundas, sin límite, sin dueño.
Hay poemas que huyen de los libros.”[15]
El poema a Federico fue un pájaro que anidó en una casa amiga y estuvo quieto medio siglo y, de pronto, como en un entresueño, salió para entrar en todas las casas. Este es su canto:
Yo nací para amarte, Federico,
para volverme fuego mirándote a los ojos,
para entregar el alma dormida a tu sonrisa,
para escuchar tu canto y adorarte de hinojos.
Debí haber sido tierra para beber tu sangre,
debí haber sido estrella para besar tu frente;
pero Dios me hizo carne para llorar tu carne,
para gritar tu nombre, para vengar tu muerte.
Y te encuentro en el árbol, en la sombra y el agua,
en el dolor y el grito, en la piedra y el cielo;
te encuentro en la ceniza y en el dolor del viento,
en el beso, en la lluvia, la luz y en la mirada.
Todo el dolor de España cabe en tu muerte inmensa
y tu muerte no cabe en el cielo ni en la tierra!
Toda la sangre de ellos no lavará tu sangre,
y tu voz apagada y tus manos tan quietas!
Muda y sola tu boca dormida entre la hierba;
en el azul tu alma, libre ya eternamente…
y la doliente herida de luz amarga y cierta:
nunca más, Federico, Federico por siempre.
García Lorca y Margarita Xirgú.
[1] Lo ejecutaron en el camino de Víznar a Alfacar y se supone que su cuerpo fue arrojado a una fosa común y anónima, probablemente en el paraje de Fuente Grande (Granada).
[2] La Cronología que aparece en Obras completas de Federico García Lorca (Madrid, Aguilar, 1955) informa que también visitó Brasil, aunque no se brinda ningún dato de esa visita, ni tampoco de su estadía en Uruguay.
[3] Pablo Rocca y Eduardo Roland, Lorca y Uruguay, paisajes, homenajes, polémicas, Madrid, Alcalá, 2011.
[4] Se reproduce con un error, porque el poema de Machado dice: “De piedra y sueño”.
[5] Ver Estela Rodríguez Lisasola y Jorge Pignataro, Nomenclátor de Salto, Salto, Taller Literario Horacio Quiroga, 2006.
[6] El relevo que aquí se hace puede tener alguna involuntaria omisión porque fueron varios los grupos de vida efímera que actuaron en Salto.
[7] “Sintapujos” convocó en esa oportunidad a más 30 artistas, entre plásticos, músicos, bailarines y actores, y la dirección fue de Bibbó y de Oscar Rapetti. Se recuerda que hubo alrededor de 2.000 asistentes.
[8] Juan Carlos Gené (Buenos Aires, 1935) es autor de otras obras teatrales basadas en la vida y la obra de Lorca: Las delicadas criaturas del aire, Cuerpo presente en los naranjos, La hierbabuena, y Yo tenía un mar.
[9] Víctor Lima, Con guitarra y sin guitarra, Colección de Escritores Salteños, núm. 18, Salto, Intendencia de Salto, Centro Comercial e Industrial de Salto, 2009.
[10] Canto del Salto Oriental, (Montevideo, Ediciones Pueblos Unidos, 1948). Ilustraciones de José Echave y juicio crítico de Celia Mieres de Centrón.
[11] Ver Con guitarra y sin guitarra, Ob. Cit.
[12] Primera voz, Montevideo, Cuadernos Julio Herrera y Reissig, 1954.
[13] Julio Garet Más , La cigarra de Eunomo, Montevideo, Florensa y Lafón , 1954.
[14] Salto Actualidad, año 1, núm. 38, 17 de diciembre de 1952.
[15] Prólogo de Por los puentes del aire, Primeros años del XXI, Colección de Escritores Salteños, tomo 19, Salto, Intendencia de Salto, Centro Comercial e Industrial de Salto, 2009.