Diario Le República

 

El milagro incesante

 

 Diario Le República - Montevideo (18-03-07)

Largamente vinculada a la necesidad humana de trascendencia más allá de lo meramente sensorial, la poesía es aún hoy el género más complejo de definir y cultivar.

En la constante búsqueda metafísica del ser humano, el arte poético ha sido una invalorable llave que le ha permitido navegar en los más profundos vericuetos de su propia alma.

El poeta se desnuda frente al papel, procurando reconocerse y reconocer a ese mundo que, por momentos, lo abruma, lo conmueve y hasta le duele. Tal es la síntesis del discurrir poético.

María Rosa Di Giorgio Médici, más conocida como Marosa Di Giorgio, fue uno de esos seres elegidos, alguien que era capaz de interpretar y sentir la naturaleza, tanto la que la rodeaba como la interna, de una forma casi mágica, y de plasmar toda esa magia y esa belleza, a veces gozosa, a veces doliente. Construyó una obra invaluable y extremadamente personal.

La producción poética de la desaparecida escritora compatriota nos asombra constantemente por su plenitud, su riqueza de lenguaje y metáforas, la amplia gama de sensaciones que sabía imprimir en el papel y la calidad estética de su construcción literaria.

En "El milagro incesante, vida y obra de Marosa Di Giorgio", el reconocido poeta, narrador y crítico literario Leonardo Garet elabora una pieza biográfica fundamental, que nos permite adentrarnos aún más en la intrincada cosmogonía de la escritora. La obra recorre los acontecimientos más relevantes de la vida y la obra de la autora, aportando una amplia visión de su forma de pensar y observar el mundo.

Para ello, Garet se nutre de testimonios de familiares, amigos y allegados, en un ejercicio evocativo que tiende a restaurar la memoria de la emblemática creadora.

Marosa nació y se crió en el departamento de Salto en la huerta familiar, rodeada del afecto y las tradiciones de una típica familia rural italiana.

Desde muy pequeña, fue una niña algo tímida y solitaria, poco dada a los juegos colectivos, de temperamento introvertido y bastante soñadora.

Estableció un estrecho contacto con la naturaleza, que la cautivaba y asombraba, lo cual fue el germen de su obra poética, impregnada de olores, sabores, colores y sensaciones.

La liturgia del culto religioso fue otra de las tempranas fascinaciones de la escritora y uno de los aspectos que marcó con mayor fuerza toda su obra, tornándola mística, a pesar de sus recurrentes apelaciones eróticas.

Si bien en un primer momento Marosa cultivó las estructuras poéticas más rígidas con maestría y sensibilidad, a medida que ahondó en su propio universo poético y literario. fue liberando su pluma.

En el marco de ese proceso de evolución, comenzó a jugar con las cadencias y los estilos, hasta lograr algo totalmente íntimo y personal, que otorgó a su creación una identidad propia.

Su forma de vestir, de maquillarse y de vincularse con la gente, le valieron el mote de "la rara", ya desde sus primeros años en Salto. Empero, igualmente logró granjearse la amistad entrañable de diversos personajes de la cultura nacional, gracias a su personalidad franca, abierta y amable, aunque parca.

Poco valorada en nuestro país, dada la escasa masividad de su propuesta literaria, Marosa logró particular reconocimiento fuera de fronteras.

"El milagro incesante" es un libro íntimo, impecablemente documentado, que combina rigor histórico y sensibilidad, para conformar una obra que nos permite entender la magia detrás de la poesía y la vida de la entrañable escritora uruguaya. *

(Ediciones Aldebarán)

       
 

 

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