Tranquilas miserias es un conjunto de doce cuentos, primera publicación de Carlos Magnone, integrante del Taller “Horacio Quiroga”. El acto de presentación, a cargo de Leonardo Garet, tuvo lugar el 7 de mayo de 2004 en el salón de actos de la Biblioteca Felisa Lisasola.
Las palabras de Garet en contratapa son las siguientes: “Estos cuentos son otros tantos aleph, tallados en la tranquilidad no de un sótano sino de un hombre que busca la luz con equilibrio y cristiana piedad por las “tranquilas miserias”. No pretenden abarcar la vida de los personajes sino de aquel instante que los singulariza, cortando el tiempo en rodajas casi transparentes y permitiendo que se filtren las dimensiones del pasado y del sueño. Son personajes pequeños, pero tienen una piel que puede tocarse, pero tienen un paisaje social que puede respirarse. Carlos Magnone ingresa al mundo del cuento sabedor que su mano dirige los senderos que vienen y van de y hacia los más lejanos horizontes”.
La noche en que presentó su primer libro, Carlos Magnone se refirió a la actividad creadora como un lento y trabajoso proceso: “en este proceso estuvieron presentes, la perenne duda sobre lo escrito, los naturales nervios, las zancadillas de la inexperiencia. Pero también el amor a las palabras, el entusiasmo que crece a medida que los plazos se acortan y la íntima confianza que uno tiene en la obra. Esas fueron y son las sensaciones que me han habitado en toda esta etapa...”. Asimismo, destacó a Leonardo Garet, como persona clave al momento de alentar esta publicación. Su consejo e impulso, dijo Magnone, “determinaron el cruce de la línea que separa la creación casi anónima de la responsabilidad que implica una publicación”.
Respecto al título de la obra, señaló: “la palabra miseria es la hebra que teje este libro, y que junto a la actitud, a la postura pasiva de los personajes, no hace otra cosa que sean tranquilas. Son las miserias que conviven con y en el ser humano. Las miserias externas y las internas. Las de la sociedad que nos envuelve, la de la gente que nos rodea, las que provocan la no- integración del hombre con el hombre y las internas, aquellas que conviven adentro, que nos mueven y nos hacen tomar decisiones, que nos inclinan en ciertas ocasiones a dejarnos llevar por aquellos sentimientos mezquinos, que anidan en nuestra alma, como la soledad, la tristeza, la resignación...”.
Los personajes que crea Magnone son los verdaderos héroes, o anti-héroes, de estos nuevos tiempos. Seres humildes, sin rasgos sobresalientes más que para su pequeño mundo cotidiano, al estilo de los de Morosoli, como hiciera notar Garet en sus palabras de presentación. Explicó Magnone que se trata de personajes que “afrontan el instante característico del cuento, la encrucijada propuesta por el narrador y toman partido, deciden su suerte, pero generalmente son absorbidos por la decadencia de su espíritu o son vencidos por las miserias de su entorno o por aquello que ellos mismos eligieron como solución. Aquellos personajes que triunfan, aquellos que logran reponerse del traspié, no son héroes ni iluminados, sino personas comunes, que inexorablemente tienen que continuar con el extraño misterio de vivir, de amanecer cada día y descubrir en ese día el detalle, el instante o la mirada en donde habita la felicidad...”.
Finalmente expresó el autor que “los doce cuentos se intercalan, tratando de no cansar al lector, entre uno que llamaría, por las características del entorno, suburbano, con uno ambientado en la ciudad. Los primeros, los suburbanos, tienen la particularidad de estar un poco más identificados con nuestra ciudad (se refiere a Salto); en cambio los segundos, los más urbanos, comparten esquinas y recuerdos de aquí y de Montevideo...”. Y agregó: “con este libro empiezo a escribir lo que tengo para decir, si serán estos cuentos o muchos más, es una cuestión del tiempo, lo importante, lo insustituible, es que sea necesario”.