" Otoño del 2008, núm 2 "
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Una casa de cuatro pisos
camina cien metros
a los lados del agua
que se entretiene en mirarla
nada queda afuera de la pintura
que el sol forma con los techos
los árboles y el agua.
. . .
Las calles y las bicicletas
se apoyan en un marco
de los museos Rembrandt y Van Gogh
al borde del canal
dos niños comen casas de chocolate
el silencio de Amsterdam
es el canto del dios del agua
que instala su casa
entre los hombres.
. . .
Con los niños en alto
y las mujeres en ojos entornados
el sol es el extranjero
en la cabecera de la mesa
invitado a recorrer los jardines
a andar en bicicleta
a probar queso con nueces
no se le pregunta nada
para que el amarillo no tenga desgarrones
se le aprieta la mano
porque se conoce
que al momento siguiente
y sin ningún motivo
el extranjero se marchará.