Salto sería una tierra privilegiada si nos atuviéramos al criterio spengleriano de la influencia telúrica en el desarrollo cultural de una región.
La Historia nos daría la razón de atenernos a este criterio.
La Banda Oriental, la hermana pobre de la Gobernación del Río de la Plata primero, y del Virreinato después, tuvo un inicio muy problemático ya que por carecer de riquezas se la olvidó, permitiéndose el avance portugués, que veía con muy buenos ojos el llegar al Plata como salida necesaria de toda la zona meridional de su imperio, a la vez que aprovechar la enorme fertilidad de sus tierras para la extracción de cueros del ganado cimarrón introducido por Hernandarias.
El resultado fue la fundación de la Colonia del Sacramento que tanta lidia había de dar a ambos imperios: el español, que reclamaba derechos establecidos en Tordesillas, y los portugueses que los reclamaba en los hechos por su capacidad de expansión. La fundación de Montevideo no tuvo otra razón que la de evitar esa concurrencia y por tanto, como centro militar, solo tuvo acceso administrativamente a la zona que delimitaba la ciudad, hasta Santa Lucía.
El resto del territorio, será separado administrativamente por el Río Negro, en dos zonas bien delimitadas. Al Sur del Río Negro la administración corría por cuenta directa de Buenos Aires y la del Norte, en una zona mucho mas amplia que la de hoy, que abarcaba por lo menos hasta el Ibicuy, por el gobierno misionero de Yapeyú; lo que hizo que al ser expulsados los Jesuitas, el territorio de la Banda Oriental al norte del Río Negro (que había sido estancia misionera bien administrada por los Jesuitas y trabajada por los tapes), quedó como” tierra de nadie” donde deambulaban indios charrúas, desplazados del Sur del Rio Negro por la administración española; amen de minuanos y tapes... “Hombres libres y mal entretenidos “ , casi todos fuera de la ley que se sumarían a los propiamente “gauchos” aumentando el contingente de depredadores que asolaban nuestra campaña.
Y sumado a este panorama nada alentador, la permanente presión del avance portugués, incontenible siempre: antes, durante y después de la independencia del país.
Pero volviendo a nuestra zona, inmersa dentro del territorio misionero mencionado, sería de aquí en más, el centro de los problemas creados al recientemente fundado Virreinato del Río de la Plata, quien acudió al asesoramiento de diversas fuentes bien acreditadas, para resolverlos satisfactoriamente.
Entre las variadas propuestas, como la fundación de pueblos fronterizos para evitar la expansión portuguesa, la reducción de los indios a grandes estancias controladas por capitanes españoles, el repartimiento de tierras para asentar propietarios que defendieran sus bienes, etc., también se propuso la creación del Cuerpo de Blandengues, que perseguiría a todos aquellos que violaran la tranquilidad del territorio, fueran indígenas, gauchos o portugueses.
A los efectos, de cumplir este requisito, era absolutamente imprescindible hallar material humano capacitado para este evento, gente formada en el “quehacer” de la vaquería, a fin de lograr el alimento necesario para la supervivencia del ejercito recién formado; gente avezada en las costumbres de gauchos e indígenas para encontrar sus escondrijos; gente conocedora de la geografía de la zona, que le permitiera encontrar los “ pasos” de los ríos y arroyos y las “ picadas” de los montes.
Y ¿quienes habrían de tener esos conocimientos sino eran los mismos “gauchos” que hasta ayer ejercían la función de “contrabandistas” y “capataces de vaquerías”? Pues bien, fueron estos quienes engrosaron las filas de los Blandengues,( “bando” mediante del propio Virrey ), que exoneraba de cargos a todos aquellos que perseguidos por ciertos delitos, que no fueran homicidio, pasaban a ser aptos para inscribirse en el Cuerpo de Blandengues. Decisión inteligente que había de posibilitar el éxito, ya que los militares de escuela que dirigían las operaciones, como Francisco Javier de Viana, por ejemplo, jamás lo hubieran podido hacer sin el apoyo de los “baqueanos” como el propio Artigas, quien con un puñado de hombres, logró resolver el problema alimentación , de todo el ejército.
La fundación de Belén, dentro del territorio que nos ocupa, fue la sede del Cuartel General de los Blandengues tanto en la época de Jorge Pacheco como la de Javier de Viana. Podemos ubicar este período de l797, desde la fundación de este Cuerpo de Blandengues, hasta el estallido de la Revolución y su pasaje en l8ll a las filas revolucionarias.
Pero dentro de este período, desde la fundación hasta l805, en una primera etapa, lo encontraremos permanentemente a Artigas, “siempre a caballo”, como él mismo lo expresa; luchando con indios , matreros y bandas de portugueses; o acompañando a Azara, su gran Maestro, en la fundación de ciudades fronterizas que marcaran límite a las pretensiones portuguesas. Allí aprendió Artigas el “arte de gobernar”. No pudo tener mejor Maestro, que este sabio naturalista de cultura universal. Claro que en buen terreno caían sus enseñanzas. La prueba la tendremos en la elaboración del Reglamento de 1815.
Pero, ¿donde había aprendido Artigas a conocer tanto este territorio?
Sabemos que a los 14 años se alejó de la casa paterna; sabemos de su vinculación con un importante estanciero de Soriano que lo pondrá en contacto con el gran comerciante de esta época, del cual conocemos únicamente su “sobrenombre”: el CHATRE, que quiere decir “presumido en el vestir”. Nunca se llegó a saber con certeza quien era ese personaje tan importante y rico que logró ocultar su identidad de forma tan elocuente. Lo que si sabemos es que tenía el CHATRE una pulpería en medio de la sierra, a orillas del Mataojo Grande y el Arapey Grande en pleno territorio hoy salteño, que era un verdadero emporio a juzgar por un allanamiento que le hiciera el ejército en 1792 donde se le despojaron 19 cajones de la más fina y extravagante mercadería, evidentemente con la finalidad de negociarla hacia el Brasil. Además sabemos de 14 “capataces” con más de 400 gauchos a su servicio, que le arrimaban al Chatre o su representante en esta zona, Don Miguel Herrero, cantidades extraordinarias de cueros para ser comercializados, evidentemente como contrabando. Lo cierto que uno de esos “prácticos” era Artigas
Pero habría mucho que decir acerca de lo que significaba “contrabando” en una época y en un lugar donde, debido al sistema económico imperante, hubiera sido imposible desarrollarse sin este sistema de intercambio.
Volviendo a una etapa muy cercana a este período, cuando Artigas se incorpora al Cuerpo de Blandengues, tendrá una muy significativa acción frente a la anarquía imperante ya descrita y será entonces, y por servicios muy bien ganados, que solicitará, amparado por el bando del Virrey, la adjudicación de una estancia de 34 leguas cuadradas, encuadrada entre el Daymán, el Valentín Grande, el Arapey, el Arerunguá, el Vera, hasta llegar otra vez al Daymán. Una vea adquirido este bien, en marzo de 1805, desaparecerá de esta zona, para cumplir funciones en Montevideo, donde tendrá lucida actuación en las Invasiones Inglesas, a la vez que formará su desdichado hogar con su prima Rosalía Vilagran Artigas.
En 1809, deshecho su hogar por la insanía de su esposa, le encontramos una vez más en la zona, en el Tacuarembó Chico, repartiendo a su vez, suertes de estancias.
La Revolución de 1810 le encuentra en Colonia, desde donde pasará a Buenos Aires a ofrecer sus servicios a la Revolución. Muy conocido el período de la Admirable Alarma, que culminará en la Batalla de las Piedras y su secuela, el entendimiento de la españolísima Montevideo, con la Corte portuguesa del Brasil, lo que determina el acuerdo provisorio de Buenos Aires con Montevideo, en el Armisticio de Octubre de 1811, algo así como una tregua, frente al peligro de fracasar la propia Revolución.
Los damnificados por este acuerdo seremos los orientales, quienes, frente a la disyuntiva de permanecer en nuestro territorio bajo la venganza y el despojo de los aliados Brasil y Montevideo, optamos por emigrar. En ese gesto que es el de mayor gloria de nuestra Historia y en cuya circunstancia, fue Salto el elegido como estación final de la Redota, es que volvemos a tener a Artigas en el ámbito natural de su vida y donde lo volveremos a encontrar mil veces, en cada ocasión que una gran decisión lo requiera.
Hasta Salto llegó escoltado por 400 charrúas, hecho único en la Historia de la Revolución americana, en que el indígena comparta filas con los insurrectos. Pero esta adhesión, fue únicamente hacia Artigas y lo que él significaba para los verdaderos dueños de esta tierra. Mucho habría para explicar este hecho insólito. Pero, ¿dónde era el “habitat” de estos charrúas? Justamente en la zona de Sopas y Arerunguá, casualmente donde Artigas había solicitado ese campo que nunca explotó, y donde evidentemente los charrúas podían efectuar sus correrías.
Es en esta zona de Salto, donde se lleva a cabo su lucha contra los portugueses que han permanecido en estas tierras, violando el Armisticio de Octubre. Sería infantil explicar el porqué.
Al cambiar las circunstancias políticas, el pueblo oriental vuelve a sus hogares deshechos y Artigas y su ejercito, a formalizar el Sitio de Montevideo. Corre el Año XIII y los desgraciados acontecimientos del rechazo de los diputados orientales y las Instrucciones emanadas del Congreso de Tres Cruces, llevarán a un enfrentamiento de Artigas con los sitiadores aporteñados que ignorarán a Artigas en el Congreso de Capilla Maciel, lo que determina la decisión de Artigas de retirarse del Sitio y formalizar su sueño de federalismo, creando la LIGA FEDERAL.
Pues bien, ¿adonde se dirigirá Artigas para realizar el contacto con las Provincias del Litoral? Sin duda que a Salto; a Belén primero, y luego a su Arerunguá, estableciendo el mas importante de los campamentos que iría creando en este suelo salteño.
Entre tanto, la Montevideo españolista caerá en manos porteñas que no entregarán la plaza a los orientales sino que permanecerán en ella, formalizando desde allí la lucha sin cuartel contra Artigas, en represalia del éxito artiguista de la Liga Federal, hasta entonces formada por Misiones, Corrientes y Entre Ríos.
Es este el momento de mayor identificación de Artigas con este suelo salteño en su lucha con los porteños. Resultado del cual, la victoria de Guayabos determinará la entrega de Montevideo y el nacimiento de nuestro primer gobierno patrio que abarcara todo el territorio de la Provincia Oriental.
Para nuestra óptica, será en este año de 1814, que Artigas creará dos campamentos importantísimos en nuestra Historia:
El Campamento de Mataojo que el Dr. C. Maggi titula como el 2º Éxodo del Pueblo Oriental dada las características de nuestra campaña, una vez más huyendo su población del invasor, y corriendo a refugiarse donde el Conductor. Es en esta circunstancia que Artigas envía esta columna humana, esta vez, sí perseguida con saña por el ejercito porteño, hacia la confluencia del Mataojo Grande y el
Arapey Grande, a la vez que él mismo traslada su Campamento del Paso del Potrero de Arerunguá, a otra región más al este, sobre el Arroyo Sopas, conocida como los Corrales de Sopas, por existir allí una formación rocosa extraordinaria que forma corrales naturales, muy adecuados para formalizar un campamento, donde era tan importante tener donde encerrar caballadas y vacunos necesarios para la guerra y la alimentación. Hacia allí se encaminó Artigas, temeroso de que le fuera tomado el Campamento del Paso del Potrero de Arerunguá, donde tenía todo su armamento y caballadas. Y será entonces, desde el Campamento de los Corrales de Sopas que dirigirá todos los movimientos de sus oficiales para el decisivo encuentro que se llevó a cabo en Guayabos, con una rotunda victoria de los orientales.
El retorno al Campamento de Arerunguá tiene una decisiva importancia ya que fue allí, 5 días después de la victoria, que Artigas izó por primera vez, su bandera, la Bandera de Artigas, roja, blanca y azul y desde donde enviará sus chasques a todas las Provincias Federales, para que hagan lo mismo, respetando los colores de la bandera, aunque variaran la disposición del dibujo.
Esta victoria abrió las puertas a nuestro primer gobierno patrio con la Provincia Oriental íntegra, incluido Montevideo, luego de la retirada de los porteños. Pero Artigas no se alejó de su tierra predilecta y fundará PURIFICACIÓN como sede de su gobierno personal amén del de Montevideo. Es que Artigas era mucho más que un oriental, era el Protector de los Pueblos Libres, conformados ahora, por la incorporación de Santa Fe y Córdoba a las ya existentes Corrientes, Misiones y Entre Ríos, en la LIGA FEDERAL en la que Artigas era el PROTECTOR DE LOS PUEBLOS LIBRES.
Además, desde Purificación se hallaba en una estratégica ubicación, equidistante de Montevideo, Buenos Aires, Paraguay y Río Grande del Brasil.
Y no nos equivocamos al afirmar que a pesar de encontrarse Purificación en el Departamento de Paysandú, en aquella época no existía aún el Departamento de Salto como tal, amén de ser la zona de Purificación mucho mas afín a Salto por hallarse en la cuenca económica salteña, además de la proximidad en la distancia.
Desde allí, Artigas gobernó y enseñó a gobernarse a los pueblos de su Protectorado. Desde allí dio ejemplo de su capacidad y de su esfuerzo. Desde allí dictó en pocas horas el Reglamento de Tierras de 1815 y desde allí también, lamentablemente tuvo que enfrentar la traición de Buenos Aires y las ambiciones conjugadas de Brasil, en lo que se llamó la 2ª Invasión Portuguesa, de nefastos resultados, en una lucha desigual, durante 4 trágicos años.
Y será nuevamente nuestro suelo, tierra de Campamentos artiguistas. El Campamento de Arapey, localizado en el actual Paso del Horno del Arapey, ubicado estratégicamente, utilizando una picada natural de mas de 100 metros de ancho por mil quinientos de largo, en medio de la mayor espesura del Rio Arapey, donde desgraciadamente, el l de enero de 1817, el portugués Abreu sorprenderá el campamento artiguista,, llevándose todo su armamento. Tal vez haya sido éste uno de los mayores reveses de Artigas en la lucha contra los portugueses, de lo que nunca se pudo recuperar, ya que pocos días después, será nuevamente derrotado en la sangrienta batalla de Catalán.
Y será en el mismo campamento de MATAOJO en el que Artigas había refugiado a los orientales en1814, donde que se encontrará ahora, cuando le llegue la fatal noticia de la derrota aplastante de Tacuarembó el 20 de enero de 1820.
Y será desde allí que, abandonado por casi todos sus oficiales, citará en un nuevo Campamento, el del Paso del MANGRULLO DEL ARAPEY a lo que resta de su ejército, apenas 200 hombres, para licenciarlo en triste despedida final, y dirigirse al otro lado del Rio Uruguay donde le espera la traición y la derrota. Ese mismo Rio que le viera triunfador en 1811 le verá derrotado en 1820. Derrotado por las armas pero glorioso en el triunfo de un ideario defendido con convicción y firmeza, que le había de premiar la Historia.